Las mousses de té y café son muy delicadas, ya que tienen un componente (cuyo nombre no recuerdo) que hace que cuajen peor. Para ello, una solución es que la nata montada la montes más que para cualquier otra mousse, y además tengas mucho cuidado al mezclarla, para que no pierda el aire. Además de eso, asegurate de haber pesado/medido todo bien, y de usar bien la gelatina.